martes, 27 de marzo de 2012

Un cuenco/beso


Un beso.
Ese momento en el cual, sólo por un instante, imagínese ser un cuenco vacío. Sí, imagine que todo su interior no está repleto de sangre, piel, viscocidades, cosas desagradables e imagine que simplemente es su piel que por dentro tiene una capa cerámica.
Ahora, posiciónese frente a este cuenco. Usted lo toma, lo observa y grita dentro de él. Sienta como vibra, como se retuercen los sonidos. Es más, intente dibujar con su mente los vectores que forman las partículas del sonido, rebotando por doquier, y volviéndolo a hacer, hasta que salen.
Imagine que dentro de ese cuenco puede escuchar su canción preferida. Esa, con una melodía incansable, acordes impensados en esa continución. Ese ideal musical. Ay! Música, qué has hecho de nosotros? Se vuelve un eco. Un resonar de emoción. Ese vaivén producido por la vibración, en sus manos, en su cara, en su piel. Ahora imagine que el cuenco frente al que está, es su cuerpo. Que lo que se aflije al sonido son sus manos, su cara y su piel, asociadas. Ahora las partículas que ingresaron a usted, cargadas de la vibración justa para crear un sonido que sea el acorde seleccionado, al volumen indicado, y que no lo abandonan. Esos segundos en que tardan en irse, donde se abalanzan como una explosión sobre toda la superficie del cuenco, de su cuenco, bueno, de usted.
Es esa manera de sentir la que quiero que imagine. Esa que cuando se descuida, se escapa un poco sin que se entere. Y por un momento se dispara en una extremidad, tamborileando un dedo, chascando la lengua. Esa sensación incontrolable de sonreír.
Bueno, contenga esta idea.
Ahora, para llegar a mi punto, le voy a pedir que recuerde el último beso que le dieron. No el de anoche, sino otro. Ese que usted considera que no pudo dejar ir.
¿Cómo maneja ese pensar constante? ¿Esa fijación con recordar cada arista de un labio, cada cambio de intencionalidad? No, es imposible olvidar esa sensación. Cierre los ojos, ¿no ve acaso como ese beso, va brotando por dentro? De nuevo, usted es un cuenco. Y cómo quizás temblaba porque respiraba agitado, - porque un beso calmo, es completamente agitado - ; esa idea que ahora lo atormenta, lo ataca ofensivamente mediante la estrategia de la sorpresa. Quizás mientras escucha esa misma canción, que le pedí que recordara al inicio de esta charla. Esa, que ingresaba a usted como un cuenco vacío.
Ahora, entiende porqué le digo que los besos son como las buenas melodías? Nos hacen vibrar, con tensión, el tiempo necesario, y nunca más podemos olvidarnos de ellos.

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